Posado robado natural de mi copia de la serie. |
CRÍTICA
4 – NEON GENESIS EVANGELION
¡Ah,
el anime, ese extraño mundo! Donde uno puede encontrar de todo,
desde clichés explotados hasta la saciedad, argumentos tan absurdos
que resultan increíbles, personajes con ojos del tamaño de una
antena de televisión, y hasta una comunidad de fans tan leal como
fraticida. Probablemente todos los de nuestra generación hayamos
visto al menos uno en nuestras vidas, aunque no lo hubiéramos
identificado como tal en el momento. Dragon Ball, Pokémon,
Digimon, Sailor Moon, Yu-Gi-Oh, Detective Conan...
La lista es interminable. Yo mismo he visto una cantidad nada
despreciable de ellos, desde los más mainstreams hasta alguno
ridículamente específico. Y sí, te estoy mirando a ti, Bobobo.
Que por cierto, sigue siendo el anime con el mejor doblaje que he
visto en mi puñetera vida. ¡Por el poder del cabello nasal!.
Pero me voy por las ramas.
Hoy
voy a hablaros del que para mí es la cima del anime. Y que me
perdonen Miyazaki, Kon, Takahata y Shinkai. Hoy toca hablar de la
joya de la corona. Hoy toca hablar
de
Neon Genesis Evangelion,
y, citando a un amigo mío versado en las artes frikis, en este mundo
hay dos tipos de personas en cuanto al anime, los depres de NGE
y los fuckers
de Tengen Toppa
Gurren Lagann.
Así que imaginaos lo que os espera.
Ojo.
Spoilers, launch!.
Creada
por Su Majestad, Príncipe de los imitadores cutres de Ultramán,
Hideaki Anno, en el 94/95, es una serie que inicialmente aparece como
una simple reedición del género mecha
que todos conocemos. Vamos, Mazinger
Z
y tal. Pero con unas cuantas diferencias que se harán patentes a lo
largo de sus 26 capítulos. Y dos películas. Y luego otras tres. Y
falta una cuarta. Pero hoy toca solo la serie.
Protagonizada
por Shinji Ikari, un chaval de catorce años, que vive con su tutor
en un área apartada en el Japón rural, súbitamente llamado a filas
por el padre que lo abandonó cuando era un niño pequeño, para
montarse en un robot gigante y defender la tierra de la invasión de
fuerzas alienígenas, conocidas como Ángeles (que por cierto, roban
totalmente el show cada vez que aparecen. Duran poco en pantalla,
pero sus diseños son buenos, los combates son ágiles y
entretenidos, y los ridículos grititos que sueltan son
maravillosamente cómicos. Y luego está
Leliel,
claro). O Apóstoles, en el original. La traducción clásica de la
serie no es muy buena, cambiando términos de manera aleatoria. En
fin. Visto así, no parece una serie muy original ni muy interesante,
¿no?. Error.
El
primer tastarrazo en la cabeza te lo da el propio protagonista.
Shinji Ikari. Odiado y amado a partes iguales. Acusado de emo,
cobardica, incompetente, fucked
up
(vale, con esta sí estoy de acuerdo, por un momento gratuíto y
desagradable, muy desagradable en The
End of Evangelion.
Really,
Hideaki?) y mil calificativos más.
Tonterías.
Shinji
Ikari es un personaje cojonudo. Es uno de los primeros protagonistas
de shonen (aunque
no sé si se podría calificar NGE
como tal, pero vamos a tirar con ello) que resulta realista. No es un
crío aventurero, dispuesto a luchar hasta el fin del mundo por
lealtad a sus amigos, por el afán de ganar y de hacerse más
poderoso, por ser un héroe. Nada más lejos de la realidad. Es un
chico frágil, con una vida dura, profundos problemas emocionales por
la muerte de su madre y el abandono de su padre cuando era un niño
pequeño, que es arrojado a una guerra cruel, obligado a pilotar un
robot, un cyborg
más
bien, que le produce inmenso dolor cuando debe montar en él, ser
utilizado como un peón más por su propio padre, manipulándole a
través de su necesidad de cariño y aprobación, en un largo
conflicto contra los auténticos poderes, y que sin embargo, lucha.
De forma problemática, queriendo rendirse a cada paso, muerto de
miedo, queriendo huir. Pero se queda. Lucha. Sabe que en el fondo, es
lo que debe hacer, aunque se esconda en otras razones. "Tengo
que hacerlo. No puedo huir. ¡No puedo huir!". A
trompicones, comenzará a crecer mientras pasan los capítulos, y
nosotros con él.
Pero
no está solo él. Los protagonistas de NGE
son los verdaderos reyes de la fiesta, la historia y el escenario una
mera excusa (bastante elaborada, eso sí. Aunque me apena que se
aproveche poco Tokyo-3
como
escenario. Como urbe distópica à
la Blade Runner
no estaba nada mal, como se pudo ver en alguno de los capítulos
iniciales) para que estos se desarrollen. Cada uno de ellos marcado
por un conflicto, por un problema emocional. Esta era la intención
inicial de Anno, que cada uno de ellos representara una enfermedad. Y
vaya si lo consigue. Misato Katsuragi, entre el deber y el complejo
de Electra, Asuka Langley Sohryu y un problema de ego brutal como
método de afrontar su tragedia personal, Ritsuko Akagi y su
incapacidad para aceptar la soledad y los celos, Rei Ayanami y su
aislamiento del mundo que la rodea... Aquí hay de todo. Y todo, al
menos a mi gusto, excelentemente construido. Sobre todo Gendo Ikari,
el Comandante Ikari. Ay Gendo. Nunca volverá a haber un ¿villano?
Como tú. Con tu flow.
Tus gafas de sol naranjas. Tu voz profunda y rasgada. Es el James
Bond de los villanos de anime. Ahora en serio. Para mí, uno de los
personajes más logrados ya no solo de la serie, sino que, junto con
el propio Shinji y la relación que tienen, de toda la ficción que
he visto, da igual el formato. Merece la pena ver la serie solo por
ver a esos dos. En fin.
A
lo largo de las serie, veremos como los tres pilotos protagonistas,
Shinji, Rei y Asuka, se enfrentarán a diecisiete ángeles, cada uno
más difícil que el anterior, mientras intentan sobrellevar como
pueden sus vidas y sus problemas. Así a lo largo de 24 capítulos.
"¡Melón,
faltan dos! ¿No dijiste que eran 26?"
me diréis. Sí. Faltan dos. Los capítulos 25: Un
mundo que se acaba/Do you love me? y
26: El monstruo
que pedía amor a gritos en el centro del mundo/Take care of
yourself.
Y los responsables de gran parte del odio que recibe la serie entre
aquellos que la ven como ridícula, pretenciosa, excesiva, deprimente
y arrogante. Y, por supuesto, responsable del tropo conocido como
Gainax Ending.
Mi copia de EoE. En cuanto al subtítulo... JA. |
¡Ojocuidao!
Para leer lo siguiente, es mejor haber visto el final, dado que voy a
soltar una peroratilla pedante sobre el mismo, pero sin molestarme en
explicarlo argumentalmente en profundidad, empleando elementos de
toda la serie. Es mejor verlo uno mismo, virgen total. Así que...
Fly me to the
plot, and let me play among the spoilers...
Puede
que su final sea confuso, excesivamente experimental y que no encaje
con el espíritu inicial de la serie y con el rumbo que la franquicia
ha ido tomando desde el 97, con la salida de The End of
Evangelion. Pero todo eso no
importa.
Es
un final bello. Es un final que tiene sentido con la evolución de la
propia serie. Hay gente que lo interpreta como el triunfo de SEELE,
del Proyecto de Complementación Humana, un apocalipsis hijo de la
soledad y el terror que aferran el alma de Gendo Ikari. Hay indicios
incluso en esos dos últimos capítulos que apoyan esta teoría, como
los cadáveres de Misato (algo ilógico teniendo en cuenta lo visto
en EoE, me gustaría
señalar) y de Ritsuko (este sí que es totalmente canon),
o Shinji protegiéndose de la luz del rifle de asalto de un soldado
de las JSSDF durante el asalto final a los cuarteles de NERV. Yo no
lo interpreto así.
Interpreto
que sí, es parte de la Complementación, pero que el plan de SEELE
fracasa, que en realidad el plan de Ikari, de ambos Ikaris y del
subcomandante Fuyutsuki, es el de salvar a la humanidad. Creo en la
redención. Y, a diferencia de lo que se ve en las películas Rebuild
y en Death (true)^2 y
EoE, se dejan caer
pequeñas pistas de que los comandantes de NERV, inspirados por el
sacrificio de Yui Ikari, aún son humanos. Esto no resulta
sorprendente en el caso de Fuyutsuki, a quien siempre se ha
interpretado como un moralista que ha acabado ensuciándose las
manos, pero manteniendo un mínimo de decencia y de humanidad. Pero
el Gendo Ikari de la serie (como ya he dicho, uno de los personajes
más fascinantes que he visto en cualquier obra de ficción, junto al
propio Shinji) es diferente al posterior, más bien retratado como un
villano silencioso y terrible. Sigue siendo un manipulador, alguien
dispuesto a sacrificarlo todo por sus objetivos, sigue siendo un
hombre roto por la pérdida de la única persona que lo entendió y
llegó a amar, pero a través de pequeños gestos, se muestra al
auténtico Ikari, al hombre que era antes de la tragedia del primer
Experimento de Contacto, se ofrecen pequeñas piezas de su historia,
de su vida con Yui, de su amistad con Fuyutsuki. Incluso su relación
con Shinji es diferente. Y, aún a riesgo de contradecirme a mí
mismo, creo que al propio Anno le costó abandonar esa concepción,
pues aún llega a mostrarse su arrepentimiento ya no solo en el final
original, sino en el propio EoE.
Pero, realmente, no creo que lo que yo diga aquí pueda hacerle
justicia. Ved la serie. Merece la pena. En fin.
Como iba diciendo.
Es
un final optimista, a pesar de lo que todo el mundo pudiera pensar.
Shinji aprende a apreciarse a sí mismo, acepta que el mundo es
difícil, injusto, pero en él hay cosas que merecen la pena. Hay una
verdadera evolución del personaje, una evolución que uno disfruta,
implicándose con la historia del pobre chaval, deseando que
finalmente le vayan las cosas bien. We're rootin' for ya,
kid. Keep goin'.
Y en estos tiempos en que los finales
tristes, trágicos, parece que gobiernan la ficción, me parece un
hecho bastante apreciable. A mí me gusta que las historias acaben
bien. A ser posible.
Y poco más puede decirse de la serie,
sin entrar ya en ámbitos objetivos como la calidad visual, estilo de
animación y demás ralea. Que, como quien haya leído alguna de mis
críticas anteriores ya sabrá, a mí no me importa mucho. Esto es
una mera opinión. Y ya.
Como mucho, una anécdota personal.
Vi por primera vez esta serie de
zagalín, con igual doce o trece años. La ponían por las mañanas
los fines de semana, en el Xabarín Club, en la TVG. A las 8.
Y sí, me levantaba a verla siempre. Esta serie me marcó. Desde
entonces, y desde que, gracias a la bondad maravillosa de cierta
personita, me fuera regalada la serie en DVD y pudiera volver a verla
y maravillarme al descubrir de nuevo algo que me apasionaba, he
buscado incesantemente algo que pueda llegar a compararse con ella.
Algo que pueda llenar el vacío que dejó el saber que muy
posiblemente nunca encuentre algo igual. Algo que me ha marcado ya no
solo en cuanto a gustos, sino en mi manera de escribir, de crear
historias y personajes, junto a mis amados Tolkien, Murakami y
Mishima.
En fin. Lo bonito es seguir buscando.
Creo que esta crítica se me ha ido de
las manos.
-¡Corten!
Toma buena. Pero quiero más dramatismo. ¡Más trauma!
-Sí,
señor Anno.
Por
Jorge Núñez Rodríguez, a trece de mayo de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario